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La gracia y la fe, dos solas fundacionales

Extracto tomado de Noel Angel Castro Q., El Evangelio de la Gracia para la Iglesia de hoy: Una exposición a Gálatas” (Cali, COL: Monte Alto Editorial, 2025), 30-34, parte del capítulo 1 del libro.


La gracia y la fe son los temas más destacados dentro de la epístola a los gálatas. De estos se desprenden los conceptos de cruz, Evangelio, justificación, salvación, entre otros. Teniendo en cuenta que sería una de las epístolas más tempranas, puede comprobarse que la “sola gratia” y la “sola fide” fueron, desde el comienzo de la Iglesia, bases fundamentales de la vida y obra apostólica.


En Gálatas, la gracia es descrita como un atributo inmutable de Dios, que fue dispensado a los escogidos de una manera especial. Por su parte, la fe (Gál.1:23; 2:20) es mostrada como una parte del fruto del Espíritu (5:22b). Sin embargo, ambos conceptos fundamentales habrían parecido difíciles de entender a algunos de los judíos convertidos: Algunos insistían en la necesidad de la circuncisión (5:1-2; 6:12); otros, en la necesidad de continuar celebrando las fiestas de la Torá (4:9-10); todo esto, con el aparentemente noble fin de alcanzar mayor justicia delante de Dios.


En pocas palabras, en Galacia se manifestó el problema de querer añadir o quitar aspectos del Evangelio, lo cual es el equivalente a “caer de la gracia” (5:4). Por eso, esta carta es un ataque directo contra el legalismo y cualquier deseo del hombre de ganar o pretender merecer la salvación, aunque sea a través del intento por restaurar el sistema legal de antaño.


Recientemente, el Concilio de Jerusalén había emitido una decisión oficial; al parecer, que no fue muy bien recibida por algunos judíos inconformes. De entre estos surgieron falsos maestros que irían de iglesia en iglesia, especialmente en Galacia del Sur, llevando confusión a los miembros neófitos de las jóvenes comunidades cristianas (2:4).



El evangelio de la gracia
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Debido a que todo parecía fundarse en las buenas intenciones de obedecer a Dios, las iglesias de Galacia habían comenzado a adoptar el mensaje de aquellos judaizantes (1:7; 3:1), lo cual no era otra cosa que un evangelio distorsionado. Tristemente, un sector del neo evangelicalismo está judaizando adoptando símbolos, jergas, vestimentas, danzas e instrumentos del judaísmo en sus cultos. Se les puede ver con banderas del Estado moderno de Israel, cuadros de Jerusalén, estrellas de cinco puntas, kipás, etc. La verdad era que aquellos individuos solo pretendían ganar adeptos para su causa, y cargar a las gentes con las exigencias del judaísmo (6:12-13).


Por otro lado, estos judaizantes veían a Pablo como una amenaza contra sus ideales. No obstante, Pablo conoció al Hijo de Dios por la gracia del Padre (1:15). Aunque fue un judío estricto, él aprendió a quitar de en medio todo mérito propio. De hecho, Pablo había bendecido a los gálatas enseñándoles esa misma gracia (1:3; 6:18). Por eso, si alguno de entre ellos osaba ganar los beneficios que son solo por fe, a través de obras de obediencia, aunque se basaran en la misma Ley de Dios (2:16), estaba desechando la gracia de Dios Padre (2:21), apartándose de la justicia que emana de la obra de Cristo (1:6) y negándose a ser guiado por el Espíritu Santo (5:16).


Esta situación fue –y sigue siendo– una encarnizada guerra en el interior del creyente y de las iglesias locales, pues todos tenemos un fariseo interior. La gracia es el manantial de vida de la Iglesia, y la fe es una expresión maravillosa de la obra del Espíritu Santo en el creyente. ¡Nadie puede ser declarado justo por obras sino solo por fe! (3:11-12, 22-26), y esta fe descansa en la persona y obra de Cristo Jesús solamente.


Ahora, dicha fe también es una virtud ligada a la fidelidad, la confiabilidad y al cumplir de las promesas que hacemos. La fe está relacionada intrínsecamente con la piedad, lo cual se refleja desde el cumplimiento de los roles bíblicos de cada cual en el hogar. Así que, no consiste simplemente en creer en milagros ni mucho menos en obtener “la mejor vida ahora”. ¡La fe bíblica nada tiene que ver con mentalidad positiva!


También, fe significa “confianza”, y denota la aceptación del mensaje cristiano, el seguir creyéndolo y el hecho mismo de ser cristianos bíblicos. Asimismo, incluye el obedecer, el tener esperanza, el ser fieles. En pocas palabras, el que tiene fe es leal a la sana doctrina, a su propia palabra y para con los demás. En cambio, una fe que deja de ser, sencillamente, fue y es una fe falsa.


De todas formas, Gálatas presenta la fe como un don que proviene de la gracia de Dios. No es un fruto de la decisión personal, del esfuerzo propio ni de la voluntad humana. ¡Viene del Espíritu Santo! De esta forma, en dependencia con la virtud más sublime, el amor, la fe toma vida y es activa (5:6), o sea, se refleja en la paciencia, la bondad, etc., para con el hermano en la fe.


Bajo este entendimiento, todo tipo de infidelidad es un acto de incredulidad, lo mismo que una obediencia selectiva. De veras que, para hablar de la fe bíblica, se debe estar en Dios, y no en tradiciones religiosas o familiares, pues la verdadera fe se sustenta sobre la base de la verdad, que es Cristo mismo. Fuera de esto, no puede hablarse sino de una fe muerta, la falsa religión.


Lamentablemente, la condición interna del hombre es tal que éste no puede afrontar su propia miseria espiritual causada por la corrupción del pecado. Precisamente, Gálatas pone en evidencia las obras de la carne y la fealdad, las consecuencias y la incapacidad que derivan del pecado, el mayor enemigo del cristiano.


Exclusivamente por medio de la unión con Cristo, los creyentes son hechos santos y herederos de toda bendición espiritual. Pablo tenía que insistir en la gran importancia de la gracia para el Mensaje cristiano, desafiando a los falsos maestros que se habían infiltrado en las iglesias, e incluso encarando a Pedro por su comportamiento en alguna ocasión. Toda esta problemática conllevó a que esta epístola fuera una de las más contundentes y pesadas de todo el Nuevo Testamento.


En cambio, los que profesen aquel mismo tipo de fe que profesó Abraham, son los verdaderos descendientes del patriarca (3:7-9). No lo llegan a ser por ser hijos suyos de sangre ni por convertirse al judaísmo. En realidad, basta oír con fe el mensaje del Evangelio (3:5); y, bajo esa misma fe, el creyente recibe al Espíritu prometido (3:14) y es capacitado para aguardar una esperanza más allá de esta vida (5:5). Ahora, esa fe no es una aspiración muerta, sino una convicción que lleva a obrar “por el amor” (5:6), no por temor al castigo de la Ley.


Lamentablemente, para muchos de los que hoy se identifican con el cristianismo, su confianza descansa en la asistencia a los servicios, su fidelidad a ciertos parámetros de estilo de vida y vestimenta, sus nuevas costumbres buenas, etc. Sin embargo, ¿Serían capaces de definir de manera ortodoxa lo que es el Evangelio y la gracia? ¿Puede verse el fruto del Evangelio y el obrar de una fe viva en su vida diaria?



NOEL ANGEL CASTRO Q. (LL. M., MTS Valedictorian, Summa Cum Laude) es pastor de la Iglesia Bautista Reformada Verdad y Salvación en Girón, Colombia. Cuenta con una trayectoria ministerial de más de once años. También es autor de La felicidad de los peregrinos: Una exposición a las cartas de Pedro. Noel y su esposa, Liliana Geraldine, tienen dos hijos, Obed Noelangel y Neytan David.

 

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