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Un vistazo a la “Nueva Perspectiva” De Pablo

Actualizado: 10 jul

Extracto tomado de Noel Angel Castro Q., El Evangelio de la Gracia para la Iglesia de hoy: Una exposición a Gálatas” (Cali, COL: Monte Alto Editorial, 2025), 196-201, que corresponde al Excurso #2 del libro.


En la Europa liberal de la década de 1960, apareció una postura protestante crítica sobre la “justificación por la sola fe”, y que sería desarrollada posteriormente por N. T. Wrigth alrededor del año 2000. Ya que el apóstol Pablo es el escritor bíblico que más habló de “Justificación”, la susodicha posición ha sido denominada “Nueva Perspectiva de Pablo”. Con esta breve sección, el servidor ofrece un “abrebocas” para el cristiano estudioso y, a la vez, una seria advertencia del peligro de las “innovaciones” doctrinales que se disfrazan de intelectualidad y “justicia social”.


Los neo perspectivistas afirman que la definición protestante tradicional de justificación es inapropiada. Para Wrigth, la definición “popular” de justificación es más “improvisada” que correcta, debiéndose más a las controversias de los siglos V (Agustín vs Pelagio) y XVI (Lutero vs Erasmo) que “a la riqueza y a la precisión de la doctrina de Pablo”. En ese sentido, “Los debates sobre este término […], desde San Agustín, han empezado mal, es decir, han partido de una interpretación errónea del pensamiento paulino, y así han continuado por el camino equivocado”.[1]



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Según ellos, la problemática expuesta principalmente en Gálatas consiste en que los tales judaizantes no eran legalistas que traían consigo ideas soteriológicas distintas a las de Pablo; sino que se mostraban renuentes por recibir a los gentiles en la comunidad del Pacto, a no ser que cumplieran sus propios requisitos religiosos. Como un efecto dominó, la Nueva Perspectiva entiende el concepto de “obras de la Ley” como la práctica de los distintivos judíos tales como la circuncisión, las leyes dietéticas, el sacerdocio, la observancia de festividades religiosas y demás aspectos ceremoniales y culturales del judaísmo.


En ese sentido, para Wrigth, la problemática detrás de Gálatas no tenía que ver con la imposición de requisitos para salvación, sino con la cuestión “¿Los paganos convertidos podían comer en la misma mesa con los judíos cristianos?”. Bajo esa lectura, justificación “No se trata de ‘cómo convertirse al cristianismo’, sino ‘cómo saber quién forma parte de la familia del pacto’.[2] En consecuencia, la justificación es distinguida mediante dos etapas: Una presente, que requiere la fe de la persona para poder ser parte de la comunidad; y una futura, que requiere las obras para justificación perfecta. Por ello, nadie puede estar seguro de su justificación, sino hasta en el Juicio.


Hasta aquí se presentó muy brevemente la cosmovisión de la Nueva Perspectiva. Pero, ahora pasemos al examen bíblico de la temática, con una pregunta básica: ¿En qué sentido usaba Pablo la palabra “Ley” o la frase “obras de la Ley”? Pues bien, Pablo enseña que ninguna obediencia legal es eficaz para salvación (Gál.2:16; 3:5), ni siquiera para recibir al Espíritu Santo (Gál.3:2). Por tanto, estas “obras de la Ley” no tienen que ver meramente con la observancia de costumbres judaicas, sino con un acatamiento meritorio de los mandamientos de la Ley de Dios. Precisamente, el apóstol contrapone “permanecer en todas las cosas escritas en el libro de la Ley”, o sea, en la Torá, versus “el justo por la fe vivirá”, o sea, el Evangelio (Gál.3:10-12); y, en otra parte, contrapone “gracia vs obras” (Ro.11:6).


Si Dios el Legislador sujetó bajo maldición al pecador por medio de la Ley; ningún pecador puede justificarse delante de Él a través de la misma Ley. Así que, el ser humano necesita ser redimido por medio de la obra de Cristo. En efecto, ya que todos los pecadores estamos bajo la condenación de la Ley debido a la humana debilidad (Ro.3:9-13; 8:3) que heredamos de Adán (Ro.5:12ss.), era necesario que Cristo nos redimiera abrogándose a Sí Mismo la misma maldición de la Ley (Gál.3:13-14).


Y es que, ninguna tradición judía tiene efecto maldito y real sobre los que no la practican, a no ser que dicha tradición haya sido revelada y ordenada directamente por Dios; ¿Y qué otra cosa aparte de la Ley de Moisés fue entregada por Dios con esta autoridad? (Gál.3:19). Así que, si la Ley a la que se refiere Pablo son los mandamientos entregados en el Sinaí y, por extensión, toda la Torá, entonces “las obras de la Ley” no son aspectos regionales –como si de discriminación racial se estuviera hablando–, sino verdades soteriológicas.


¿Cuál era el sentido original de “justificación”, entonces, para Pablo? Pablo define la justificación como que “Dios atribuye justicia sin obras” (Ro.4:4-8), y como un sinónimo de “perdón de pecados” (Hch.13:38-39) y “justificación de vida” (Ro.5:18). Nunca se usa la palabra “justificación” para referirse a una especie de inclusión nacional y racial. Justamente, no hay acciones personales que podamos hacer para asegurarnos una posición de justicia y aceptación delante de Dios más allá de la “fe justificadora”.


Si alguna obra tiene valor sobre nuestra salvación, es la obra de Aquel que es el único Santo y que obedeció perfectamente la Ley de Dios, El que murió para cargar la maldición de la Ley y resucitó para nuestra victoria eterna. ¡Esta es la esencia de la justificación bíblica! ¡Este es el Evangelio!


Aquel creyente que ha sido justificado mediante la fe de Jesús es salvo en el presente, o sea, es adoptado como hijo de Dios (Ef.1:5). Puede estar seguro que ya no hay condenación para él (Ro.8:1). Así que, la justificación precede a la adopción; y no es un evento partido en dos etapas, ni tampoco uno que favorece la inseguridad de la salvación individual.


Concluimos, pues, que Pablo da un sentido forense al concepto de “justificación”, tal como lo observaron Agustín de Hipona, Crisóstomo y los reformadores. Sin embargo, esto no fue del todo “gratis”; porque requirió un precio. Efectivamente, la sentencia condenatoria que había en nuestra contra se hizo efectiva en el sacrificio sustitutorio de Cristo (imputación pasiva); y, a su vez, la vida de justicia que carecíamos fue vivida por Aquel que, no solamente murió, sino que también vivió y resucitó por nosotros (imputación activa).


¡Cuánto molesta a estos falsos maestros liberales que Dios sea presentado como un Juez que dicta sentencia! Prefieren negar la necesidad de la propiciación; porque llegan a considerar la comprensión bíblica de la ira de Dios como paganismo. De esta forma, tratan la expiación sustitutiva como si estuviera en un segundo plano, y dejan la justificación como un evento que será consumado en el futuro. ¡Craso error! El Hijo es nuestra propiciación (1Jn.2:2), y el Padre es Quien justifica (Ro.8:33); todo esto, en tiempo presente.


 En suma, hasta los falsos maestros pueden llegar a reconocer lo innovadores que son sus perspectivas; con todo, persisten en su “aclaración” de lo que ha sido doctrina histórica. Al final, la Nueva Perspectiva es un intento más por reinterpretar el judaísmo del primer siglo y el cristianismo bíblico e histórico, un ataque directo contra el principio de Sola Fide, y una manera de desprestigiar las enseñanzas fieles de los reformadores.


Además, si esta nueva forma de interpretación fuera verdadera, entonces habríamos tenido por siglos un gran mal entendido en conceptos teológicos como el de obras meritorias, expiación, propiciación, imputación y, por implicación, contrición y los medios para tratar con la condenación. Pero, siendo una cosmovisión anti bíblica, estamos frente a un ataque directo contra el Evangelio de Jesucristo que debe ser señalado como un anatema moderno.


Así las cosas, la Nueva perspectiva de Pablo es una herejía que presenta un evangelio adulterado y que, de hecho, revive el espíritu medieval que insta a la gente a volver a la Iglesia Papista. Justamente, bajo el pretexto de presentar la justificación como un sinónimo de membresía de la comunidad del Pacto, necesariamente los incautos pueden preguntarse “¿En dónde está esa comunidad?”. Pues bien, esto explica por qué tantos neo evangélicos han recaído hacia el romanismo.


Francamente, una lectura juiciosa de Gálatas servirá como un antídoto contra el veneno mortal de la Nueva Perspectiva, antes de que más “gálatas insensatos” sigan siendo arrastrados y “fascinados” por corrientes como esta, y las judaizantes. Recomiendo a los pastores la práctica constante de la predicación expositiva; particularmente, una exposición versículo a versículo de Gálatas.

 

[1] En N. T. Wrigth, El verdadero pensamiento de Pablo: Ensayo sobre la teología paulina, trad. De Dorcas Gonzáles B. (Barcelona: ESP: Clie, 2002), 121-124.

[2] Wrigth, Verdadero pensamiento de Pablo, 129-130.

NOEL ANGEL CASTRO Q. (LL. M., MTS Valedictorian, Summa Cum Laude) es pastor de la Iglesia Bautista Reformada Verdad y Salvación en Girón, Colombia. Cuenta con una trayectoria ministerial de más de once años. También es autor de La felicidad de los peregrinos: Una exposición a las cartas de Pedro. Noel y su esposa, Liliana Geraldine, tienen dos hijos, Obed Noelangel y Neytan David.

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